martes, 10 de noviembre de 2009

Presencia de Dalia

Es común escuchar criticas hacia Fidel Castro por su obsesión, durante décadas, de sacar del objetivo público a su familia y mantenerlos -supuestamente- en una burbuja. De dejar a sus hijos fuera, como si no existiesen, sin contacto con sus primos, los hijos de su tío Raúl. De negarse a hablar de su vida privada en las entrevistas. De no mencionar a su mujer, Dalia Soto del Valle. Pero desde otro punto de vista, lo que hace Castro eso es una verdadera muestra de cariño por los suyos. Nada más. De sacarlos del escrutinio y la amenaza permanente. Y mantener para sí un pequeño espacio -su casa- de intimidad.

Pero las circunstancias han cambiado. Con los hijos grandes y el viejo retirado, se pueden dar ciertas licencias, como esa secuencia fotográfica de Paris Match, donde -por primera vez en forma autorizada- se puede ver esa escena hogareña de Fidel junto a su prole, y como Antonio Castro conversa con su padre. Se nota el relajo que se vive en esa casa. Y como son los hijos -cada uno con su historia- los que ahora se preocupan del padre y están ahí para apoyarlo.

Es el triunfo del cariño de un padre por sus hijos. Pero por sobre todo, estas fotos son testimonio del triunfo definitivo de Dalia desde el silencio. Es su momento. Un giro que se comenzó a percibir en 2001 con el desmayo de Fidel en un podio y ella se abrió paso para ver a su marido; cuando su presencia en la primera fila de las manifestaciones se hizo cotidiana, y ahora, al poner a sus hijos como celosos y cariñosos guardianes de su padre.