lunes, 13 de abril de 2009

El presidente blanco

Por paradójico que resulte, Obama es el nuevo Fidel, pero tan competente para el Tercer Mundo como para el Primero y el Segundo. Basta un paso en falso de Fidel, y todo se va al diablo. Al menos desde el punto de vista de su credibilidad, casi el único capital de que dispone ante los sectores de opinión pública que aún controla. A estas alturas del juego nos debemos preparar para lo impensable. Errático, envidioso, y hasta se le sale, impúdica, la veta de racista. En un escrito de abril 8, publicado de inmediato en la edición digital de Granma, amén de desdecirse de su declaración del día anterior ante los tres congresistas del caucus negro que lo visitaron en su casa —¿De qué manera podemos ayudar a Obama?, preguntó a los extasiados representantes—, atacó al presidente norteamericano por navegar en un mar de contradicciones y selló la pieza con la despectiva observación de que "el Presidente negro realizó con incuestionables resultados políticos su primera visita al exterior". Ni siquiera tiene un consejero al lado que le diga que eso no se debe hacer. Y si lo tiene, está muerto de miedo.

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