lunes, 5 de enero de 2009

¿El regreso de la Primera Dama?

Al menos desde los tiempos de la Presidencia de Manuel Urrutia, en los primeros meses tras el triunfo revolucionario, que Fidel Castro detestó la figura pomposa y tradicionalista de la Primera Dama. Un cargo por añadidura, heredado de la etapa anterior y que no tenía nada que ver con un proceso de transformaciones como se estaba echando a andar en Cuba. Un odio que se agudizó en Fidel con la actuación de Esperanza Llaguno, la mujer de Urrutia, quien -según se decía entonces- llevaba los pantalones en la sociedad conyugal y en el Palacio Presidencial. La al parecer desagradable presencia de Llaguno no hizo otra cosa que acelerar la maniobra para deshacerse cuanto antes de ese Jefe de Estado (apodado como Cucharita, porque no pinchaba ni cortaba), con la estrategia de la renuncia con elástico de Castro como primer ministro, y con su titular en Revolución del 17 de julio de 1959: "FIDEL RENUNCIA".

Con Urrutia fuera, y con la señora Esperanza lejos, Castro se encargó de que el cargo de la Primera Dama quedara escondido en algún cajón de la etapa prerrevolucionaria. No había lugar para una figura tan burguesa, decorativa y paternalista (¿o maternalista?) como esa. Eso sí, puso a Vilma Espín, las esposa de su hermano Raúl, como referente femenino revolucionario al frente de la Federación de Mujeres Cubanas, la cual encabezó hasta su muerte, en junio de 2007. Es lo que más se ha parecido a la figura de la Primera Dama que existió en la etapa fidelista de la revolución.

Hasta ahora. Espín, quien murió a los 77 años víctima de cáncer, no alcanzó a ver a su esposo convertirse oficialmente en el Presidente cubano, después de más de casi cinco décadas esperando su turno, para llegar a la cumbre del poder. Quizás, de haber estado viva y en condiciones, podría haber reinaugurado el sitio ceremonial de Primera Dama. Sólo este fin de semana Raúl Castro se abrió a los recuerdos personales de su vida en común con Vilma. Algo que ni siquiera se permitió cuando se dio a conocer la muerte de su esposa: ninguna línea del comunicado oficial mencionó el vínculo sentimental y legal que había unido al número dos del gobierno cubano con Espín. Por el contrario, la noche del sábado, después de un recorrido por Santiago de Cuba, Raúl visitó brevemente el Rancho Club, donde el 26 de enero de 1959 contrajo matrimonio "y al que no había vuelto desde entonces", según afirmó Granma.

Pero a falta de esposas, buenas son las hijas. Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba y uno de los rostros amables de esta etapa de la historia cubana, ha aprovechado su carisma para aparecer frecuentemente ante los medios. Y ahora comienza a despuntar como una posible Primera Dama. Uno de los primeros indicios de esto lo entregó la Presidencia de Panamá al distribuir una foto –fechada el 4 de enero– donde Mariela aparece conversando de buena gana con la esposa del Presidente Martín Torrijos, la Primera Dama Vivian Fernández, durante la visita del gobernante centroamericano a La Habana.