jueves, 2 de octubre de 2008

CANGAMBA

Después de semanas de promoción en los medios cubanos, incluida una reflexión de Fidel Castro, hoy se estrena en los cines isleños, la película Kangamba, que aborda la batalla de agosto de 1983, entre soldados cubanos y angolanos por un lado, y los rebeldes de la UNITA con el apoyo sudafricano, por el otro. En ese combate, del día 2 al 11, las fuerzas cubanas, compuestas por 92 hombres, que estaban dislocadas en Cangamba, un poblado ubicado en el sureste angolano, se vieron sorprendidas por 16 batallones de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA). Sin embargo, los cubanos y los efectivos de las Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola (FAPLA) lograron resistir en una batalla que, según las cifras, parecía perdida.

Norberto Fuentes, que conoce al dedillo la guerra en Angola y que tiene varios libros –ya sea publicados o en barbecho- sobre ese conflicto, como El último santuario, me explicó que Cangamba es una de las tres batallas fundamentales de la guerra en Angola, junto a la de los accesos de Ebo (noviembre de 1975) y a la de Cuito Cuanavale (noviembre de 1987-marzo de 1988). En la de Cangamba se conjuga “el heroísmo de los combatientes cubanos y la torpeza de sus mandos a nivel de regimiento”, dice Fuentes. Eso porque mientras en la plaza sitiada se resistía, los comandantes cometieron graves errores táctico-operativos y enviaron dos columnas, compuestas por blindados y apoyo de infantería, que lograron ser frenadas por la UNITA y los sudafricanos, sin lograr el objetivo de romper el cerco. "Aunque lo que permanece es la bravura de los sitiados. Fue decisivo".

Fueron 10 días de combate que sólo la aviación –con pilotos y misiles llevados especialmente desde La Habana, en una medida desesperada- logró poner fin temporalmente al sitio, tras lo cual sacaron rápidamente a los hombres que aun resistían (16 murieron) con helicópteros, antes de que llegaran los sudafricanos con todo su poder de fuego. Cangamba se perdió y quedó en poder de la UNITA hasta años después de que los cubanos dieran por terminada su misión en Angola (1988). Sin embargo quedó el recuerdo del heroísmo de los cubanos que sitiados siguieron luchando. Como el médico que se autosuministró anestesia y él solo se amputó una pierna, destrozada por la metralla. O el caso del suboficial José René González Sarmiento que pese a quedar ciego, siguió disparando orientado por las indicaciones de sus compañeros.

En su reflexión, Fidel junto con pedir reiteradamente que se haga otra película sobre Cangamba, por lo que se deduce que esta no le gustó, deja rápidamente a un lado esta batalla para hablar de Cuito Cuanavale. La razón de esto: según Norberto Fuentes porque en este combate él tuvo un papel obligatoriamente limitado. Se pasó una semana metido en el MINFAR sólo enviando mensajes de apoyo a los combatientes de Cangamba. "Su misión fue alentar la resistencia. No tenía otra opción. No fue igual que en Cuito Cuanavale, donde su genio militar (en este caso en función táctica) y político (en función estratégica) pudo desplegarse, ya fuese teledirigiendo las tropas desde La Habana o aprovechando sus éxitos en el terreno para imponer sus condiciones en las negociaciones que efectuaba con Sudáfrica y Estados Unidos", sostiene Fuentes.